
Desde hace décadas, el petróleo ha sido uno de los pilares de la economía mexicana. Las exportaciones de crudo, los ingresos fiscales provenientes de Pemex y el peso del sector energético en la balanza comercial han sostenido a México en momentos buenos… y en crisis. Pero la gran pregunta para 2025 es: ¿seguiremos siendo tan dependientes del petróleo de aquí al 2030?
Como economista con enfoque en política fiscal y macroenergía, en este artículo te explico cómo ha evolucionado esta dependencia, qué tan profunda es hoy y qué se espera para los próximos años. También analizamos el papel de Pemex en esta ecuación y cómo su transformación puede cambiar las reglas del juego.
Si te interesa el impacto directo del petróleo sobre las finanzas del país, te recomiendo visitar el análisis completo sobre el impacto del petróleo en la economía de México Pemex, donde se detallan aportaciones fiscales y tendencias recientes.
El petróleo y el PIB: una relación histórica
Desde los años 70, cuando México descubrió sus reservas gigantes en la Sonda de Campeche, el petróleo pasó de ser un complemento económico a convertirse en el motor de los ingresos públicos. De hecho, durante los años 2000, hasta un 40% del presupuesto federal provenía de Pemex.
A pesar de los intentos de diversificación económica, en 2025 el sector energético aún representa una parte relevante del PIB nacional, aunque con una tendencia clara hacia la reducción. Esta es la evolución más reciente:
Tabla: Aportación del sector energético al PIB nacional (2015–2025)

Año | % del PIB Total | % de ingresos fiscales federales | Exportaciones energéticas |
---|---|---|---|
2015 | 7.6% | 34% | 18% |
2018 | 6.1% | 25% | 14% |
2020 | 5.4% | 18% | 10% |
2023 | 4.8% | 16% | 9% |
2025* | 4.2% | 14% | 7% |
*Proyección con base en datos de Hacienda, Pemex y Banco de México
Como puedes ver, hay una clara desaceleración en la aportación del petróleo al PIB, tanto por la baja en producción como por el crecimiento de otros sectores como manufactura, tecnología y turismo.
¿Pemex seguirá siendo el “salvavidas” del Estado?
No. O al menos no con el mismo peso de antes.
Pemex sigue siendo un jugador enorme, pero el Gobierno ha empezado a reducir su dependencia fiscal del crudo. Parte de los ingresos antes obtenidos por exportaciones hoy provienen del ISR, IVA y otras fuentes.
Sin embargo, Pemex aún aporta significativamente a la inversión pública, financia programas sociales y genera empleo en cientos de municipios.
Y aunque muchos analistas ven esto como una carga, otros lo ven como una oportunidad: Pemex podría convertirse en una empresa diversificada, apostando por energías limpias y una gestión más empresarial. Esto ya se discute en espacios como MexicoconPetroleo.com, donde analizan el futuro del portafolio energético nacional.
¿Qué pasará en 2030?

Según escenarios del Banco Mundial, la Agencia Internacional de Energía y la Secretaría de Energía, para 2030 el peso del petróleo en el PIB podría caer al 3%, mientras que sectores como renovables, tecnología verde y servicios financieros aumentarían.
Pero ojo: eso no significa que el petróleo desaparecerá. Más bien, México se está preparando para usarlo de forma más inteligente, enfocándose en consumo interno, refinación nacional y reducción de importaciones.
Además, Pemex está impulsando proyectos de exploración más eficientes y nuevas alianzas estratégicas con el sector privado, como se puede revisar en InversionesPemex.com, donde se muestran modelos híbridos de inversión.
¿Esto es bueno o malo?
Depende. Desde el punto de vista macroeconómico, diversificar es positivo: reduce riesgos ante caídas de precio internacional y protege las finanzas públicas. Sin embargo, para estados petroleros como Tabasco, Veracruz o Campeche, la transición puede ser más lenta y dolorosa si no hay planes alternativos de desarrollo.
Para los inversionistas, esto abre nuevos panoramas: invertir en transición energética, servicios de eficiencia energética, infraestructura híbrida y bonos sostenibles puede ser más rentable que seguir apostando solo al crudo.